Giovanni Barracco

Giovanni Barracco nace el 28 de abril de 1829 en Isola Capo Rizzuto, en la Calabria jónica, octavo de doce hijos de una noble familia de antiquísimos orígenes.
La cumbre de la fortuna de los Barracco, cuya historia está ligada a la del latifundio calabrés, puede establecerse en 1868, cuando de los documentos del archivo de familia resulta que la propiedad había alcanzado las 30.000 hectáreas, incluyendo un territorio que iba desde Crotona, sede de un Palacio Barracco del siglo XVIII, hasta el centro de la Sila Grande.

La familia estaba considerada la más rica del Reino de las Dos Sicilias, y el padre Luigi estaba integrado en la corte de los Borbones, donde ocupaba cargos honoríficos.

A la muerte del padre, en 1849, Giovanni se trasladó a Nápoles a casa de su hermano mayor que había establecido su residencia en un suntuoso palacio en la via Monte di Dio.
La familia, ya plenamente integrada en los ambientes aristocráticos napolitanos, había elegido abrazar, tras la revolución del ’48, los ideales liberales que animaban el escenario político de la época.
Eran los años de la represión y la familia ponía distancia con la corte de los Borbones: mientras el primogénito Alfonso rechazaba el título de caballero de la Orden de San Genaro, también Giovanni respondió negativamente a la propuesta del joven rey Francisco II a un cargo honorífico en la corte e indujo a la familia a financiar con 10.000 ducados la hazaña de Garibaldi en Calabria.

Mientras, su apellido le abría las puertas de la alta sociedad.
Comenzó por lo tanto a frecuentar un círculo de intelectuales que se reunía en casa de Leopoldo de Borbón, hermano del Rey, pero animado por ideas liberales.
En ese ambiente, frecuentado por artistas y literatos, conoció a Giuseppe Fiorelli, el gran arqueólogo que llegó a ser director de las excavaciones de Pompeya y del Museo Arqueológico de Nápoles. Esa amistad, que duró toda la vida, lo introdujo en el amor por la arqueología y el arte antiguo.

El compromiso político de Barracco y sus ideas liberales lo llevaron a participar activamente en la organización del Plebiscito y cubrir el cargo de consejero municipal en Nápoles en 1860, mientras que en 1861 la circunscripción de Crotona lo eligió diputado en el primer parlamento de la Italia unida como representante de la derecha histórica.
En calidad de tal se trasladó a Turín, entonces capital del Reino, donde recuperó la antigua pasión del alpinismo llegando a escalar en 1863, primero entre los italianos junto con Quintillo Sella, el Monviso: de aquella aventura nació el Club Alpino Italiano.
Entre los primeros encargos parlamentarios Barracco fue llamado a formar parte de la comisión que, bajo sugerencia de Cavour, asignó a Victorio Manuel II el título de rey de Italia.

Tras un breve paso por Florencia, ligado al cambio de la capital, Giovanni Barracco llegó a Roma y eligió la ciudad como su patria de elección.
Fue reelegido en la Cámara de Diputados no solo por la VIII (la del primer parlamento unitario) sino también por la IX, la XI y la XII legislatura, ocupando el cargo de senador y más tarde de vicepresidente de la Cámara. En 1869 Giovanni Lanza le ofreció el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores que Barracco rechazó a favor de Emilio Visconti Venosta. En el parlamento fue miembro de la Comisión de presupuestos y relator internacional en ella; luchó por la construcción del puerto de Crotona, y desde 1875, formó parte de la Comisión que debía aprobar las “obras hidráulicas para preservar la ciudad de Roma de las inundaciones del Tíber”.

En 1886, propuesto por Agostino Depretis, Barracco fue nombrado Senador del Reino: también en el Senado ocupó el cargo de senador encargándose activamente y con pasión de las obras de restauración y embellecimiento del Palacio Madama, compromiso que recordó en un pequeño volumen editado en 1904.
Durante aquellos años se ocupó activamente de las medidas relativas al patrimonio artístico: en 1888 intervino en la creación de la Passeggiata Archeologica y en la redacción de la Ley Coppino “para la conservación de los monumentos y de los objetos de arte y de antigüedad”.
Pero no se olvidó de Calabria: memorable fue su intervención de 1906 sobre las “medidas a favor de las Calabrias tras el terremoto de 1905”.
Al final de su vida, en 1911 se recuerda su última intervención de relevancia en el Senado: Barracco escribió el informe sobre el proyecto de ley “para la soberanía plena y total del Reino de Italia sobre la Tripolitania y la Cirenaica”, inspirada en un alto sentimiento patriótico, y recordando a las antiguas y más recientes tradiciones italianas para la civilización africana.
En el mismo año participó a la inauguración del Monumento a Víctor Manuel II y a las celebraciones por el cincuentenario del Reino de Italia: con gran conmoción recibió el caluroso aplauso de toda el aula del Senado, en honor al último representante aún vivo de la comisión que nombró a Víctor Manuel II Rey de Italia.

Giovanni Barracco murió el 14 de enero de 1914.