Arte romano y medieval
En una visión general del arte romano es posible identificar una serie bastante compleja de factores que han contribuido a la formación de un lenguaje artístico extremadamente articulado, reflejo de la historia y de la sociedad de un pueblo que, durante siglos, ejercitó poder e influencia sobre una enorme extensión territorial.
Uno de los componentes más importantes es el que Horacio sintetiza con pocas pero eficaces palabras: “Grecia, conquistada [por los Romanos], conquistó al feroz vencedor y llevó las artes al Lacio agreste”.
La civilización y el arte griego ejercitaron un enorme efecto de fascinación sobre los romanos, que llevó a la adopción y a la reinterpretación de modelos figurativos elaborados por el mundo griego: este fenómeno se superpuso y se enlazó a una tradición artística de derivación etrusco-itálica que echó sus raíces en la historia de las gentes que desde hacía milenios poblaban la península.
Por lo tanto, junto a una cultura artística que se puede definir “de importación” y que ve cómo proliferan las “copias romanas de originales griegos” realizadas para satisfacer a la gran demanda de obras destinadas a la decoración de lugares públicos y residencias privadas, en el mundo romano encuentran un gran desarrollo géneros artísticos específicos como el retrato y el relieve histórico que acompañan y comentan la historia de la ciudad y del Imperio romano hasta su caída.
En el vasto patrimonio figurativo elaborado por la civilización clásica está la base de todo el arte europeo de los períodos sucesivos, generando manifestaciones originales y diferenciadas según los tiempos y los lugares.
Con las obras expuestas en esta sala se detiene el largo recorrido de la colección de Giovanni Barracco, “tras diferentes milenios desde su punto de partida, que se remonta a las primeras dinastías de los reyes de Egipto” como afirma él mismo en el primer catálogo de su prestigiosa colección fechado en 1893.